“Teniendo cercado el Rey D. Alfonso VI a la ciudad de Toledo, y en
el año del nacimiento de nuestro Salvador Jesucristo de 1085 y del año
que España entró a conquistar carife Abencey y Muza, asías Azagre,
capitán de los moros de África de trescientos sesenta años, en el Real
de los cristianos moría mucha gente, así de heridas, como de enfermedad y
que algunos se ahogaban en el río y queriendo poner remedio y
enterrarlos se juntaron el Cid Rey de Díaz, a quien el dicho rey D.
Alonso dejó en esta Ciudad, por general y Gobernador, después de haberla
ganado, muchos caballeros y gente principal entraron al Real, los dos
que fueron capitanes, Antonio Téllez de Toledo y Suero Gómez de Gudiel y
platicaron como se pudiera dar eclesiástica sepultura a los difuntos y
acordaron de hacer una Hermandad de Cofradía, con el título de llamarla
Santa Caridad, y para mejor poder sepultar a los difuntos, suplicaron al
Arzobispo de Toledo D. Bernardo, natural de Francia, y primer Arzobispo
de Toledo, que hubo después de la toma de Toledo del poder de los moros
diese una Cruz e Insignia, para hacer tales enterramientos y les señalo
que de un árbol verde desgajasen un ramo y pusiesen en él un Cristo y
se tuvieses la Insignia como la que tiene hoy y les señalo que en todas
las procesiones que la Santa Iglesia hiciese y enterramientos de Reyes,
Prelados, Canónigos y prebendas de dicha Iglesia, fuese la Cruz de la
Santa Caridad, en el más preeminente lugar”.
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